La vida es un constante transcurrir entre duelos.
¿Por qué me animo a afirmar eso?
No lo inventé yo sino que lo escuché ya de varios de mis maestros de desarrollo personal:
El primer duelo es el nacimiento; pasamos de un medio donde todo nos es dado a tener que «llorar» desesperadamente para que nos den algo y muchas veces no alcanza. Donde nuestra mamá está a veces lejos y a veces cerca.
De ahí en adelante hay infinidad de duelos que transitamos, algunos conscientes y otros inconscientes.
En la fertilidad en particular la mayoría de los duelos son invisibles:
1-El duelo del Ego cuando no se cumple lo planificado con la maternidad (sacudón)
2-El duelo por embriones que no prosperan en un tratamiento
3-El duelo por ovocitos que mueren al descongelarse.
4-El duelo por la genética cuando usamos gametos de otras personas.
Así puedo seguir la lista
Pero hoy también refiero a duelos visibles en los que nos sentimos solas y también nos afectan:
como el duelo por una parte del cuerpo que ya no está, o por un ser que parte, o por un bebé que no llegó con vida al nacimiento.
La vida me trajo el enfrentar y a acompañar la muerte de dos de mis madres, y me surge el llamado de acompañar a quien resuene con una manera para:
atravesar sin huir
integrar sin perecer
crear a partir de la experiencia
Salimos transformadas de los duelos si los vivimos con consciencia y los canalizamos a más energía vital.
Se puede, pero hay que atravesarlos.
Escuchame en el nuevo episodio del Podcast: